En el anterior artículo escribí sobre el recorrido que hice por el oeste de EEUU en septiembre del 2010. Meses después, en enero del 2012, me surgió la oportunidad de viajar con otros compañeros fotógrafos, entre ellos mis buenos amigos Óscar Díez, Roberto Carlos Fernández y Alfonso Micó, a los Parques Nacionales de Yellowstone y Grand Teton. El potencial fotográfico que tenían estos dos parques en invierno hicieron que no me lo pensara demasiado y me uniera a la aventura.
En esta ocasión, la entrada a estos parques fue desde el norte tras llegar al aeropuerto de Bozeman (Montana). Allí recogimos el coche de alquiler para pasar tres días fotografiando en el Grand Teton. Había caído bastante nieve y el paisaje estaba completamente blanco.
Los amaneceres los reservábamos para fotografiar el macizo del Grand Teton. Uno de los días, el termómetro llegó a marcar -23ºC antes del amanecer, pero afortunadamente no pasamos frío porque íbamos bien abrigados con ropa de montaña, y además no soplaba el viento. El resto del día lo pasábamos fotografiando los paisajes nevados, y cisnes trompeteros y elks en el National Elk Refuge, junto al pueblo de Jackson Hole.
La semana siguiente la pasamos en un viaje organizado en el Parque Nacional de Yellowstone, pues es la única forma de poder visitarlo en invierno. Nosotros fuimos con Nature Photography Adventures. El paisaje estaba increíble, todo nevado, con los géiseres echando vapores. La pena es que no se veía demasiado color en los manantiales, al contrario que cuando fui en verano.
Fue una auténtica gozada poder fotografiar en la nieve a los bisontes, coyotes y zorros. También vimos varias águilas calvas.
Uno de los momentos más increíbles fue fotografiando a un zorro en una gran extensión nevada mientras buscaba ratones. Nosotros permanecíamos quietos haciéndole fotos mientras el zorro se nos iba acercando sin importarle nuestra presencia.
Otro de los grandes momentos del viaje ocurrió el último día, que lo dedicamos a recorrer el valle de Lamar en busca del lobo gris, y tuvimos la fortuna de disfrutar de una manada de once lobos, algunos de los cuales llegaron a cruzar la carretera muy cerca de nosotros.
Antes de comenzar el viaje teníamos cierta preocupación por los problemas que nos podríamos encontrar al fotografiar a bajas temperaturas. Al final no hubo demasiados inconvenientes. Lo más destacable fue durante un frío amanecer donde dejó de funcionar la cámara de un compañero. Por suerte, todos llevábamos otra cámara de repuesto, y la cámara volvió a funcionar horas después cuando subieron las temperaturas.
Otro problema que surgió fue que la rótula de otro compañero se bloqueó por el frío y no se podía desenroscar del trípode, por lo que ese día tuvo que hacer fotos de paisaje al amanecer con una rótula Wimberley tipo Gimbal especial para teleobjetivos grandes. También había que tener cuidado con las patas del trípode, pues daban muchos problemas de bloqueos cuando había que extenderlas o cerrarlas.
Las baterías duraban un poco menos de lo habitual, pero tampoco demasiado pues las llevábamos en bolsillos interiores de la ropa para que no estuvieran expuestas a muy bajas temperaturas. Además llevábamos varias baterias de repuesto.
Yo siempre solía llevar una cámara montada con un objetivo para paisaje, y otra cámara con un objetivo para fauna procurando no cambiar muchas veces de lente para evitar que se empañara el sensor o entrara nieve en la cámara. Pero como la mayor parte del tiempo las temperaturas no fueron demasiadas bajas no tuvimos muchos problemas. Aunque sí que había que tener cuidado de no someter al equipo a cambios bruscos de temperatura para evitar la condensación de las lentes.
Tengo ganas de cruzar el charco para disfrutar de sitios con éste o como el que nos mostrabas en la entrada anterior.
No sé si llegará el día en que pueda poner mis pies sobre estos territorios, pero por falta de ganas no va a ser, desde luego.
Gran entrada!
Veo que sigues con tus viajes a lo loco, menuda envidia macho! Y menudas fotos te has currado, casi que me dan ganas de pasarme a la fauna!
A ver si repetimos aventura por los Piris.
Un abrazo,
Gorka.